La televisión podría ser un medio de
entretenimiento y fuente de conocimientos a la vez, si quienes se encargan de
producir los programas que se trasmiten fueran responsables con la audiencia
que los escoge, pero esto no sucede de ese modo. Por lo que lejos de ser una
fuente poderosa de enseñanza la televisión se ha convertido en un distractor
vacío que no mucho aporta, aislándonos de la realidad e impidiendo que
dediquemos tiempo a relacionarnos con nuestros semejantes.
Según los estudios, este aparato que no falta
en ninguna casa puede provocar serios riesgos en la salud de las personas,
tanto o más que cualquier otra adicción conocida. El promedio de horas frente a
la pantalla es cada vez mayor y el problema reside también en que los niños, a
edad muy temprana, ya se vuelven dependientes de los programas que se emiten. La
idea de este articulo, no es que saques cada televisor de tu casa y se los
dones al vecino, pero si deberías considerar evaluar cuánta televisión se ve en
casa y hasta qué punto el observarla ha hecho que pienses de determinada
manera. Por eso a continuación recogemos una serie de desventajas que podrán
ayudarte a decidir si el televisor en tu casa distrae o contribuye al bienestar
de tu familia.
Cierra
vías de comunicación entre la familia: con la televisión en el
medio hay poco diálogo, no se preguntan ¿cómo fue tu día? No se hablan de temas
importantes. Todos callados mirando la TV, quizás comiendo como “zombies”.
Aísla de manera tal que cada cuarto tiene una televisión, y muchas veces se
cena en el cuarto por este motivo y no se reúnen a comer en familia, momento
por excelencia para conversar y convivir.
La
programación no sabe de horarios: Por causa del cable, el
tiempo es infinito e inapreciable. A cualquier hora se puede ver una película,
un partido de fútbol, un programa de cocina o dibujos animados. Así es como el
paso de las horas pasa inadvertido. La persona no toma consciencia de que las
agujas del reloj se mueven y tal vez pueda pasar horas sentado en el sofá sin
darse cuenta.
Logra
que los sentidos sean “vagos” y “cómodos”: cuando estamos
frente a la televisión, ésta no nos “exige” pensar ni hacer demasiado, sólo
mirar y mirar. Entonces, perdemos la sensación de los sentidos. Es que la TV
lee, piensa, habla, escucha, comenta, analiza, todo por el hombre.
Enseña
poco: Los programas que se emiten en la televisión no cuentan
con un contenido intelectual destacado, sino que se trata de segmentos
limitados de datos que no aportan demasiado.
Deja
de lado otros hábitos positivos, como puede ser la lectura:
¿qué pasaría si el tiempo que se emplea en sentarse en el sofá a mirar
televisión lo invirtiéramos en leer un buen libro? La sociedad, sin dudas,
sería diferente. Cada vez menos padres incitan a sus niños a leer. Un libro, a
diferencia de la televisión, permite hacer volar la imaginación, no tener
faltas de ortografía, manejar mejor el lenguaje y utilizar sinónimos.
Contribuye
a la vida sedentaria: No basta con pasar ocho horas sentados en un
escritorio en la oficina, sino que la rutina continua en casa, sentándonos
frente al televisión, y no nos permite hacer actividades al aire libre como
salir a pasear, caminar, andar en bicicleta, jugar en el jardín con los niños,
dar la vuelta manzana con el perro, etc.
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